No dia -7 de abril de 2012 foi publicado no blogg do Arcepispo de Buenos Aires a homilia Pascal. acompanhemos a reflexão do atual Papa Francisco para o momento:
Texto sem tradução:
A la madrugada salieron de su casa hacia el sepulcro. Antes habían
comprado los perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. Preparando todo,
prácticamente habían pasado la noche en vela hasta que hubiera luz suficiente
para ir apenas salido el sol. Nosotros también esta noche estamos en vela, no
preparándonos para ungir el cuerpo del Señor sino recordando las maravillas de
Dios en la historia de la humanidad. Principalmente recordamos que Él aquella
misma noche de la gran maravilla la pasó en vela: “El Señor veló durante aquella
noche para hacerlos salir de Egipto” (Ex. 12:42) Esta vigilia responde a un
mandato de gratitud: “por eso todos los israelitas deberán velar esa misma noche
en honor del Señor a lo largo de las generaciones” (ibid).
Igual que a los Israelitas es
posible que nuestros hijos, nuestros conocidos, nos pregunten el porqué de esta
vigilia. La respuesta ha de surgir de lo más hondo de nuestra memoria de pueblo
elegido del Señor: “con el poder de su mano el Señor nos sacó de Egipto, donde
fuimos esclavos” (Ex. 13: 13:14). Así es; “ésta es la noche en que el Señor sacó
de Egipto a nuestros Padres, los hijos de Israel, y los hizo pasar a pie por el
mar Rojo”; “la noche que disipó las tinieblas de los pecados con el resplandor
de una columna de fuego” (cfr. Ex. 13:21); la noche en que nosotros, pecadores,
somos restituidos a la gracia; “la noche en que Cristo rompió las ataduras de la
muerte y surgió victorioso de los abismos”. Esta es la noche en la que se
consolida la libertad. Por eso “esta noche es clara como el día”
Con la luz de lo que celebramos
en esta vigilia seguirá adelante nuestra vida y, como les pasó a nuestros Padres
en el desierto, nos sucederá también a nosotros. Muchas veces las dificultades,
las distracciones del camino, los dolores y penas, obnubilarán el gozo e incluso
la certeza de esta libertad regalada, y podremos llegar hasta la añoranza de las
“cosas lindas” que tenía la esclavitud, los ajos y la cebollas de Egipto (cfr.
Num.11: 4-6); incluso puede dominarnos la impaciencia y llevarnos a optar por la
coyuntural inmediatez de los ídolos (cfr. Ex. 32: 1-6). En esos momentos
pareciera que el sol se esconde, vuelve la noche y la libertad regalada entra en
eclipse. A María Magdalena, a María de Santiago y a Salomé, con el día ya
amanecido, se les vino encima otra noche, la noche del miedo, y “salieron
corriendo del sepulcro” (Mc. 16: 8).
Salieron corriendo sin decir nada a nadie.
El miedo les hizo olvidar lo que acababan de escuchar: “Ustedes buscan a Jesús
de Nazareth, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí”. El miedo las
enmudeció para que no pudieran proclamar la noticia. El miedo les paralizó el
corazón y se acaracolaron en la seguridad de un fracaso seguro en vez de dar
lugar a la esperanza, ésa que les decía: vayan a Galilea, allí lo verán. Y así
también nos sucede a nosotros: como ellas le tenemos miedo a la esperanza y
preferimos acovacharnos en nuestros límites, mezquindades y pecados, en las
dudas y negaciones que, bien o mal, nos prometemos poder manejar. Ellas venían
en son de duelo, venían a ungir un cadáver… y se quedan en eso; así como los
discípulos de Emaús se encapsulan en la desilusión (cfr. Lc. 24: 13-24). En el
fondo, le tenían miedo a la alegría. (cfr. Lc. 24; 41).
Y la historia se repite. En
esas noches nuestras, noches de miedo, noches de tentación y prueba, noches en
que quiere reinstalarse la esclavitud vencida, el Señor sigue velando como lo
hizo aquella noche en Egipto; y con palabras dulces y paternales nos dice: “¿Por
qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies,
soy yo mismo. Tóquenme y vean” (Lc. 24: 39) o, a veces con un poco más de
energía: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que
anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos
sufrimientos para entrar en la gloria?” (Lc. 24: 25-26). El Señor Resucitado
siempre está vivo a nuestro lado.
Cada vez que Dios se
manifestaba a un israelita procuraba disiparle el miedo: “No temas”, le decía.
Lo mismo hace Jesús: “no temas”, “no tengas miedo”. Es lo que el Ángel les dice
a estas tres mujeres a las que el miedo las impelía a optar por el velorio.
Esta noche de vigilia digámosnoslo unos a otros: no tengas miedo, no
temamos; no esquivemos la certeza que se nos impone, no rechacemos la esperanza.
No optemos por la seguridad del sepulcro, en este caso no vacío sino lleno de la
inmundicia rebelde de nuestros pecados y egoísmo. Abrámosnos al don de la
esperanza. No temamos la alegría de la Resurrección de Cristo.
Esa noche también Ella, la
Madre, estaba en vela. Sus entrañas le hacían intuir la cercanía de esa vida que
concibiera en Nazareth y su fe consolidaba la intuición. A Ella le pedimos que,
como primera discípula, nos enseñe a perseverar en la vigilia, nos acompañe en
la paciencia, nos fortalezca en la esperanza; le pedimos que nos lleve hacia el
encuentro con su Hijo Resucitado; le pedimos que nos libre del miedo, de tal
manera que podamos escuchar el anuncio del Ángel y también salir corriendo… pero
no de susto sino para anunciarlo a otros en esta Buenos Aires que tanto lo
necesita.
Buenos Aires, 7 de abril de 2012
Texto traduzido no Google Tradutor
Homilia do Arcebispo na Vigília Pascal
Ao amanhecer, saiu de casa para o túmulo. Antes eles compraram o perfume para ungir o corpo de Jesus. Preparar tudo, tinha passado quase toda a noite até que fosse leve o suficiente para ir logo após o nascer do sol. Também nesta noite sem dormir, não se preparando para ungir o corpo do Senhor, mas recordando as maravilhas de Deus na história da humanidade. Principalmente lembrar que na mesma noite da grande maravilha foi gasto na vela: "O Senhor viu naquela noite para trazê-los para fora do Egito" (Êxodo 12:42) Esta vigília responde a um mandato de gratidão: "para todos Israel deve garantir que noite em honra do Senhor ao longo das gerações "(ibid).
Como os israelitas é possível que nossos filhos, nossos conhecidos, nós queremos saber porque esta vigília. A resposta é a emergir das profundezas de nossa memória do povo escolhido do Senhor ", com o poder de sua mão o Senhor nos tirou do Egito, onde eram escravos" (Ex. 13: 13:14). Assim, "esta é a noite do Senhor do Egito para que os pais, os filhos de Israel, e os fez passar a pé através do Mar Vermelho", "a noite que espalhou a escuridão do pecado com o brilho de um pilar de fogo "(cf. Êx 13:21), na noite em que nós, pecadores são restaurados à graça", a noite em que Cristo rompeu os laços da morte e saiu vitorioso do abismo ". Esta é a noite em que se consolida a liberdade. Assim, "esta noite é clara como o dia"
À luz do que comemorar neste vigília vai continuar nossas vidas e, como aconteceu com os nossos antepassados no deserto, que vai acontecer conosco. Muitas vezes, as dificuldades, as distrações da estrada, dores e dores, e até mesmo a alegria obnubilarán confiante de que esta liberdade dada, e nós conseguimos a nostalgia das "coisas boas" que tiveram o alho escravidão, e cebolas Egito (cf. n º 11: 4-6), mesmo impaciência pode dominar e levar-nos a escolher o imediatismo conjuntural de ídolos (cf. Ex 32, 1-6). Nesses momentos parece que o sol se põe, a noite torna-se gracioso e liberdade entra eclipse. A Maria Madalena, Maria de Tiago, e Salomé, eo dia amanheceu, eles vieram na noite passada, a noite de medo, e "fugiu do túmulo" (Marcos 16: 8).
Eles correram sem avisar ninguém. O medo fez esquecer o que acabara de ouvir: "Você procura Jesus de Nazaré, o crucificado. Ele ressuscitou, não está aqui. " Temer o silêncio para que eles não poderiam proclamar a notícia. Temo-los paralisados coração acaracolaron e segurança em determinada falha em vez de dar lugar à esperança, que eles disseram que vão à Galiléia, lá você vai ver. E isso também acontece para nós: como nós temos medo deles e preferem esperar acovacharnos em nossos limites, mesquinharias e pecados, dúvidas e negações, bom ou mau, que prometem segurar. Eles estão vindo de luto, veio para ungir um cadáver ... e deixar por isso mesmo, assim como os discípulos de Emaús são encapsulados em decepção (cf. Lc 24. 13-24). Basicamente, tínhamos medo à alegria. (Cf. Lc. 24, 41).
E a história se repete. Naquelas noites nossa, noites de tentação, medo e julgamento noites, noites em que você quer superar a escravidão reinstalado, o Senhor continua a ver como ele fez naquela noite no Egito, e com palavras doces e paternos diz: "Por que perturbados e eles desenvolvem estas dúvidas? Vede as minhas mãos e os meus pés, sou eu mesmo. Tocai em mim e vede "(Lucas 24: 39) ou, por vezes, com um pouco mais de energia," os homens duros de entendimento, como eles não podem acreditar em tudo o que os profetas falaram! Não deveria o Messias de sofrer essas coisas para entrar na glória "(Lc 24, 25-26)?. O Senhor ressuscitado está sempre viva entre nós.
Toda vez que Deus manifestou um israelita procurou medo disiparle: "Não tenha medo", disse ele. Então faz Jesus: "Não tenhais medo", "não tenha medo". Isto é o que o anjo diz para as três mulheres que temem o impeliu a optar por uma visão. Hoje à noite digámosnoslo acordar uns aos outros: não tenha medo, não medo; esquivemos não é certo que não é imposta, rejeitar a esperança. Não optar pela segurança do túmulo, neste caso, não vazio, mas cheio de pecados sujeira rebeldes e egoísmos. Abrámosnos o dom da esperança. Não tenha medo da alegria da Ressurreição de Cristo.
Naquela noite, também ela, a mãe, estava acordado. Suas entranhas o fez sentir a proximidade de que a vida concebida em Nazaré e intuição fé consolidada. Pedimos-lhe que, como primeira discípula, ensina-nos a perseverar na vigília, a paciência com a gente, nos fortalecer na esperança, pedimos que você traz para o encontro com o Filho ressuscitado, pedimos que livre do medo , para que possamos ouvir a mensagem de um anjo e correr ... mas não de susto, mas de anunciar aos outros neste Buenos Aires que precisar.
Buenos Aires, 07 abril de 2012
Card. Jorge Mario Bergoglio s.j
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